Mi querido tacaño: “Él revisa nuestra cuenta conjunta todos los días para asegurarse de que no gasto nada”.

Para asegurarse de no perderse ningún testimonio o historia, suscríbase a nuestro nuevo boletín "Experiencia en vivo" .
Deseo de control y retención, incapacidad para ceder en todos los sentidos… Estar cerca de una persona tacaña es una fuente de inmenso sufrimiento. La energía que gastan ahorrando agota y daña a los demás, pero eso no importa: para algunos, vivir solos es preferible a la idea de tener que compartir, apoyar y complacer. En este episodio, Mélissandre (1), de 37 años, directora de recursos humanos en Burdeos, pagó el precio: el padre de su hija se niega a permitirles comprar nada más que ropa y comida baratas.
Cuando conocí a mi exmarido, yo tenía 27 años y él 25. Estaba terminando sus estudios, así que sabía que era cuidadoso con su dinero. Yo ya trabajaba, así que no me preocupaba porque me dije que era temporal: mientras él terminaba los estudios y todo se arreglaba, con el tiempo encontraríamos un equilibrio. Pero una vez que se graduó, no negoció bien su salario y empezó con muy poco. En casa, él aportaba lo máximo que podía, que era la mitad del alquiler, y yo cubría todos los demás gastos, incluyendo la seguridad social.
En aquella época, nos llevábamos bien. Teníamos una visión común, los mismos intereses, a ambos nos apasionaba el cine. No llevo la cuenta, porque...
Libération